Un exceso de radiación solar ultravioleta puede ser verdaderamente nociva para nuestros ojos.
De hecho, todos tenemos una idea de qué efecto tiene la radiación del sol, pero no solemos ser muy conscientes de los daños que pueden provocar en nuestros ojos la radiación solar ultravioleta. Por ello, no hay tiempo que perder para empezar a protegerlos. Sobre todo cuando el sol brilla con fuerza.

Así, a continuación te exponemos distintas preguntas que nos hacen nuestros clientes sobre esta radiación solar nociva.
También denominada radiación UV, es una parte de la energía radiante o energía de radiación del sol. Así, se transmite en forma de ondas electromagnéticas en cantidad casi constante. De hecho, desempeña un papel importante en la determinación de las condiciones climáticas, el balance energético y el equilibrio natural de la tierra. Además, es invisible al ojo humano, a diferencia de otros tipos de radiaciones, aunque algunos tipos suponen una seria amenaza para la salud de nuestros ojos si no los protegemos de manera adecuada. Lógicamente, por su exposición, los ojos y la piel son los órganos más susceptibles a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta.
La radiación UV se clasifica, según su comportamiento en la atmósfera terrestre, en tres tipos:
En primer lugar, existe el tipo C (UVC): Así, esta es la radiación más peligrosa, aunque afortunadamente la capa de ozono ejerce como barrera y evita que alcance la superficie de la tierra.
Seguidamente, tenemos el tipo B (UVB): De hecho, estos rayos sí atraviesan la atmósfera. Por ello, son los más perjudiciales para la salud y los principales responsables del daño ocular y de la piel.
Por último, tenemos el tipo A (UVA): Estos rayos también atraviesan la atmósfera. Sin embargo, aunque sean menos dañinos, también debemos protegernos de ellos. Así, son los responsables de que se produzca bronceado de la piel y las reacciones de fotosensibilidad en la vista.
Efectivamente, el ojo humano tiene mecanismos de protección frente a la radiación solar, como son los párpados, las pestañas y otras estructuras internas, que bloquean parte de los rayos UVA, aunque no la cantidad suficiente para evitar los daños que puede provocar tras una exposición prolongada al sol sin unas gafas o lentes de contacto dotadas de los filtros adecuados.
Las lesiones que se pueden producir en los ojos por la radiación ultravioleta dependen de la estructura ocular de la que estemos hablando.
En primer lugar, en la córnea, puede producirse queratitis, que suele ocurrirles a los esquiadores en la nieve. Esta lesión corneal provoca fotofobia y una sensación de arenilla dentro de los ojos.
En segundo lugar, en la conjuntiva, se produce el pterigion, que es una membrana vascularizada que invade la córnea y progresa hacia la pupila. Además, puede aparecer una pinguécula, o lesión de color amarillento cerca del limbo corneal.
Por otra parte, en el cristalino, se pueden provocar cataratas.
Seguidamente, en la retina, la radiación del sol puede llegar a quemar la retina foveal, la zona de máxima visión (agudeza visual). De hecho, la radiación solar puede acelerar la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
Por último, en los párpados, pueden aparecer lesiones cutáneas, que pueden desarrollar un cáncer en la piel de los mismos.
Indudablemente, si unas gafas de sol carecen de filtros especiales para bloquear este tipo de radiación, los daños en nuestra salud visual no solo serán los mismos que si nos exponemos al sol sin protección, sino que aumentarán, ya que las lentes solo filtrarán la intensidad luminosa, provocando una mayor dilatación de la pupila y una mayor entrada de radiación UV en el ojo.
Obviamente, es fundamental la utilización de lentes con filtros especiales que respondan como mínimo a dos finalidades prioritarias: En primer lugar, impedir que lleguen al ojo las radiaciones dañinas, como son las infrarrojas y el espectro ultravioleta. Por otro lado, reducir la intensidad de las radiaciones visibles para evitar el deslumbramiento y proporcionar una visión nítida y confortable.
Por ello, a la hora de comprar tus gafas de sol, debes insistir que éstas sean de calidad, y garantizarte los filtros que te proporcionen una salud visual y ocular durante su uso.
Lógicamente, la intensidad de la radiación solar varía según la hora del día. Así, durante las primeras horas de la mañana y al atardecer, la radiación solar incide en la tierra de manera casi horizontal, por lo que es más fácil que sea reflejada y es menos dañina. Sin embargo, en las horas centrales del día, como son entre las 12:00 del mediodía y las 4:00 de la tarde, la radiación alcanza su mayor intensidad, incluso cuando el cielo está nublado. Por otra parte, las paredes, los cristales de los edificios, el asfalto, el césped, y la altitud sobre el nivel del mar también influyen en la intensidad de la radiación solar que recibimos.
Inicialmente, debemos ser especialmente cuidadosos en las playas y en la montaña, pues en estos casos se da un elevado número de lesiones oculares por falta de prevención correcta frente a la radiación solar ultravioleta. En ambos casos, se dan todos los factores de alto riesgo para que se pueda generar una lesión ocular.
Ciertamente, en la nieve y sin lentes protectoras adecuadas, sólo hace falta entre una y tres horas para empezar a tener lesiones. Sin embargo, en zonas costeras, el margen de tiempo se amplía algo más, porque la reverberación de la luz en el agua y en la arena es de menor intensidad que en la nieve. Sin embargo, no debemos descuidarnos, porque unas cuantas horas pueden generar queratitis y conjuntivitis.
En primer lugar, la población más joven, sobre todo los menores de 18 años, son más sensibles, ya que sus ojos todavía no han desarrollado completamente los filtros naturales que les protegen de las radiaciones solares nocivas ultravioletas. De hecho, las gafas infantiles de plástico son muy peligrosas para los ojos de los más pequeños. Por ello, si les han regalado unas gafas de juguete, pídeles que las usen solo para jugar dentro de casa.
En segundo lugar, los deportistas que practican sus actividades al aire libre y las personas mayores también deben proteger sus ojos con gafas de sol de calidad.
Lentillas y radiación solar UV

Por último, muchas lentes de contacto de calidad también utilizan los filtros que absorben la luz ultravioleta. Sin embargo, debes ser consciente de que queda expuesto el resto de los ojos, los párpados y las otras zonas oculares, por lo que hay que tener especial atención en espacios abiertos durante largo tiempo.
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